viernes, 9 de septiembre de 2016

Una guía para desarrollar tus Habilidades Sociales




La ciencia de las habilidades sociales y emocionales sigue siendo una gran desconocida para muchos.Todavía hay personas que creen que el carisma no se aprende, que se nace con él o sin él. O que deben fingir seguridad y confianza para tener éxito. O que si se abren emocionalmente serán vulnerables y la gente les hará daño.
Durante muchos años yo también me creí cosas parecidas. Por eso en este artículo no encontrarás nada basado en opiniones o creencias.
Lo que vas a leer es información contrastada científicamente que te ayudará a entender qué son las habilidades sociales, por qué pueden convertirse en tu mejor aliado para ser feliz, y un sencillo sistema que te permitirá mejorarlas desde hoy mismo.


Qué son las habilidades sociales: definición

A pesar de que no existe una única definición aceptada, las habilidades sociales se pueden definir como las herramientas de comunicación, tanto verbal como no verbal, que usamos para relacionarnos con las demás personas de forma eficaz y saludable.
Estas habilidades están muy vinculadas a la forma en que nos juzgamos a nosotros mismos (nuestra autoestima), por lo que no son simplemente conductas aisladas. Y es que si no sentimos que merecemos ser respetados, difícilmente podremos pedir que nos respeten.
Tampoco es necesario ser extrovertido ni el alma de la fiesta para ser hábil socialmente. Eso es un estereotipo que, gracias al trabajo de investigadores como la Dra. Susan Cain, se está empezando a rebatir.
Evitar ser el centro de atención o preferir la compañía de un buen libro en lugar de un acto social no deben ser obstáculos para poder relacionarse de forma brillante. Porque las habilidades sociales también consisten en poder ajustar tu conducta a las distintas situaciones que vayas encontrando.
Sin embargo mucha gente todavía cree que se nace con habilidades sociales o sin ellas. Pero las habilidades sociales se aprenden. Lo que ocurre es que lo hiciste a una edad tan temprana que no recuerdas haberlo hecho de forma consciente.
Pero lo hiciste. Durante tu primera infancia fuiste observando, copiando y modificando las conductas que veías en los demás. Y eso significa que, aunque te suponga un esfuerzo, puedes hacer lo mismo una vez adulto.

La importancia de las habilidades sociales

Resulta paradójico que durante la escuela aprendamos a resolver integrales dobles, un conocimiento que probablemente no volvamos a necesitar jamás, y no recibamos ninguna formación sobre cómo comunicarnos de forma asertiva y empática.
Y es que las habilidades sociales son mucho más importantes de lo que la gente cree. Su utilidad no se limita a resolver conflictos, resultar convincente o mantener conversaciones interesantes. Su utilidad va a condicionar toda tu vida.
Una investigación siguió la vida de 724 participantes durante ¡75 años! y sus conclusiones fueron que lo que más importa en esta vida es la calidad de nuestras relaciones.

Tus éxitos profesionales, la relación con tus amigos y la imagen que proyectas dependen de tus habilidades sociales, no de tus conocimientos o títulos universitarios. Por eso tu capacidad de relacionarte con las personas es fundamental para ser feliz.
De hecho, en una investigación de la Universidad de Stanford donde se pretendía encontrar qué factores conducían al éxito profesional, se observó como 10 años después de haber terminado los estudios eran los estudiantes con mayores habilidades sociales y capacidad para expresarse los que habían conseguido mejores posiciones laborales.
Los estudiantes más comunicativos y decididos eran capaces de venderse a sí mismos y sus productos o servicios, algo crítico para destacar como directivo. Por otro lado, los estudiantes tímidos solían terminar en puestos técnicos y peor remunerados.
Una investigación similar demostró otro beneficio material: los trabajadores más asertivos ganaban más dinero, en concreto cerca de 600.000 dólares adicionales durante una carrera laboral de 40 años. Sin embargo, aquellos empleados que esperaban que les llegaran los aumentos de sueldo por méritos propios casi nunca terminaban consiguiéndolos.
La importancia de las habilidades sociales es indiscutible: no solo ganarás más dinero, sino que serás más feliz.

Tipos de habilidades sociales

Tampoco existe ninguna clasificación consensuada para estas aptitudes. Hay autores que las organizan entre habilidades sociales básicas (conductas que no requieren demasiado esfuerzo como escuchar, preguntar, agradecer, etc) y avanzadas (opinar, disculparse, persuadir, etc), mientras que otros las separan por temas como la capacidad de decir no, pedir favores o hacer peticiones, expresar sentimientos o iniciar y mantener conversaciones.
En mi opinión, una clasificación más lógica sería en función del emisor, el receptor y el objetivo de la comunicación.
  • Autoestima (cómo te relacionas contigo mismo)
  • Autocontrol (cómo gestionas tus emociones)
  • Asertividad (cómo expresas tus ideas y opiniones)
  • Conversación (cómo intercambias información)
  • Persuasión (cómo afectas la opinión o actitud de los demás)
  • Empatía (cómo percibes los sentimientos de los demás)
  • Presencia (cómo haces sentir a los demás)
Aunque todas están relacionadas entre sí, esta clasificación permite diferenciar las habilidades sociales en tres grandes apartados: las habilidades de Confianza, las de Comunicación, y las de Conexión.

Cómo desarrollar las habilidades sociales

Mejorar estas habilidades es un proceso de adquisición de hábitos, y como tal, requiere entrenamiento y repetición de la conducta. Aunque en niños pequeños este proceso suele producirse inconscientemente, también es posible realizarlo voluntariamente a través de algún programa de formación en habilidades sociales.
En los adultos también se ha demostrado empíricamente que es posible desarrollarlas, pero suele requerir mayor esfuerzo y constancia.
El principal obstáculo es que, debido a la extendida idea de que son innatas, hasta hace poco no se ha empezado a divulgar los resultados de los estudios científicos acerca de qué tipos de conductas y creencias resultan más beneficiosas.
De hecho, esta falta de conocimientos es la culpable de que nuestra respuesta habitual frente una determinada situación (un conflicto durante una conversación, un intento de persuadir, etc) sea precisamente la menos apropiada, tal y como han demostrado multitud de estudios científicos.
Por este motivo a continuación encontrarás las estrategias concretas que han demostrado ser más eficaces para mejorar tus relaciones sociales y emocionales, ordenadas paso a paso para que puedas empezar a desarrollar tus habilidades desde hoy mismo.
Te aviso: ¡probablemente algunas rompan tus esquemas!

Estrategias para aumentar tu confianza

Empezaremos por lo principal, con cuatro estrategias que te permitirán vencer la timidez, sentirte más confiado y a empezar a relacionarte con gente nueva sin miedo.
La clave es que primero aprendas a gestionar tus emociones para que dejen de bloquearte, y luego te mostraré dos maneras de aumentar la confianza en ti mismo para que te sientas más cómodo iniciando nuevos contactos sociales.

1. No evites tus pensamientos negativos (o volverán con más fuerza)

Imagina que tienes una primera cita con una persona que acabas de conocer en un portal de contactos. Es atractiva, divertida y tenéis un montón de intereses en común. Sin duda te sientes muy atraíd@.
Lo más normal sería que te entraran las dudas antes de la cita, ¿verdad? Que si no le vas a gustar, que si es demasiado buena para ti, que si se va a aburrir contigo…
En este caso, ¿cuál es el principal consejo que la gente se empeñaría en darte una y otra vez?
Probablemente algo como “no pienses en eso y muéstrate seguro de ti mismo”, ¿verdad?
La mayoría de nosotros no aceptamos nuestros pensamientos negativos en este tipo de situaciones. Los intentamos ocultar en el fondo de nuestras mentes y nos esforzamos en aparentar todo lo contrario.
Pero en contra de lo que parecería lógico, eso es un error fatal.
En un estudio clásico se demostró que los participantes que intentaron suprimir un pensamiento terminaban experimentándolo el doble de veces que los participantes que simplemente lo aceptaron.

Dicho de otra forma: cuanto más intentes no pensar en algo, más fuerte regresará.
Este efecto rebote no solo se produce con los pensamientos. Se ha comprobado que también ocurre con las emociones, y que es una de las principales causas de la depresión.
No intentes suprimir tus pensamientos y emociones negativas. Déjales existir y sufrirás menos.

2. Reconoce en voz alta tus emociones para reducir su efecto

Volvamos a la situación anterior. Además de dejar que te invadan emociones negativas como la ansiedad o los nervios, ¿puedes hacer algo más para sentirte mejor?
Sí. La ciencia ha demostrado que lo mejor que puedes hacer para reducir el impacto de las emociones negativas como la ansiedad, nerviosismo o tristeza, es dejar de ocultarlas y empezar a hablar de ellas.
Así es. A pesar de que el sentido común y la mayoría de consejos que encontrarás por ahí te dicen cosas como “aparenta seguridad aunque estés nervioso”, si te invade la ansiedad cuando estás en público es mejor reconocerlo en voz alta. Verás como de inmediato te sientes mejor, entre otras cosas porque ya no deberás preocuparte por ocultarla.
Al fin y al cabo, si estás en una cita la otra persona probablemente se esté sintiendo igual.

3. Mantén una postura dominante para sentirte más confiado

Se habla mucho del efecto de nuestro lenguaje no verbal sobre los demás, pero lo que poca gente conoce es que también ejerce otro tipo de influencia sobre alguien más: tú mismo.
La Dra. Amy Cuddy, autora de una de las TED Talks más vistas de todos los tiempos y co-autora de una investigación sobre los efectos de la postura corporal sobre nuestro estado de ánimo, llegó a una conclusión sorprendente.
En su estudio, observó como adoptar una postura de poder (cabeza erguida, hombros hacia atrás, brazos extendidos o manos apoyadas en las caderas) tenía efectos significativos tanto a nivel hormonal como en la conducta de los participantes.


Los resultados fueron que sus niveles de testosterona aumentaron mientras que los de cortisol, la hormona del estrés, disminuyeron. También se sintieron más confiados y dispuestos a correr riesgos.
¿Lo mejor de todo? Que con tan solo permanecer en esa postura durante un par de minutos ya conseguían esos efectos.
Aunque recientemente está apareciendo alguna investigación que pone en entredicho estos resultados, permanecer erguido y en  una postura dominante antes de enfrentarte a alguna situación que te provoque estrés, como una entrevista de trabajo o presentación en público, puede ser una excelente forma de sentirte un poco más seguro de ti mismo.

4. Nunca esperes a sentirte confiado antes de actuar

Si me preguntaran cuál es el principal obstáculo que limita las vidas de la gente tímida o con poca confianza no duraría ni un segundo en la respuesta.
¿Conoces ese tipo de personas que siempre están preparándose para algo pero que nunca terminan de tomar la iniciativa?
Quizás quieren ampliar su círculo de amistades pero no acuden a eventos sociales. O desean encontrar pareja pero no se atreven a mostrar su interés a un desconocido. O llevan años hablando de dejar ese trabajo que tanto les esclaviza pero nunca terminan de dar el paso.
El problema es que toda esta gente, entre la que tú y yo también nos encontramos, está esperando a sentirse segura antes de actuar.
Pero esperar a sentirte de una determinada forma antes de hacer algo es absurdo. ¿Acaso esperaste a sentirte seguro y tranquilo antes de conducir un coche por primera vez?
No. Aún con nervios, te sentaste delante del volante y empezaste a conducir. Y poco a poco, a base de repetirlo, has ido ganando confianza.
¿Eso qué significa? Pues que primero vienen los actos de confianza, y luego las emociones. Sin embargo, el 99% de las personas esperan que ocurra al revés.
No esperes a sentirte seguro antes de enfrentarte a un reto, porque no ocurrirá nunca. Solo desarrollarás tu seguridad si primero te enfrentas a él sin confianza.

Estrategias para comunicarte mejor

La asertividad, así como la capacidad de mantener conversaciones interesantes y tu poder de convicción son fundamentales para establecer relaciones sociales abiertas y saludables.
Así que ahora que ya conoces las principales estrategias para desarrollar tu confianza y sentir menos ansiedad en presencia de extraños, vamos a ver de qué forma puedes comunicarte y conversar mejor.

1. Hablar de tus necesidades multiplicará tu asertividad

Ah, la comunicación asertiva. ¿Cómo decir lo que realmente quieres decir sin que nadie se sienta molesto o se rían de ti?
Bien, según el psicólogo Marshall Rosenberg, experto en resolución de conflictos y creador de la comunicación no violenta, un proceso que permite intercambiar la información necesaria para llegar a acuerdos de forma pacífica, la clave está mostrar algo que todos tendemos a ocultar: nuestras necesidades.
Si tu jefe suele gritarte y faltarte al respeto, en lugar de seguir callado o contraatacar, prueba a añadir tu necesidad real.

Tu necesidad sería el valor humano que tu jefe ataca cuando te falta al respecto. ¿Y sabes una cosa? Todos compartimos las mismas necesidades de seguridad, aprecio, identidad y libertad.
“Cuando me gritas me duele porque necesito sentirme un poco más valorado (tu necesidad). ¿Te importaría dejar de hacerlo?”
Identificar y exponer tus necesidades significa abrirte, y cuando te abres generas empatía y agrado en los demás, tal y como demostró un famoso estudio social. Así resulta más fácil ser asertivo.

2. El tema de conversación favorito de todo el mundo

Aunque ahora ya sabes cómo ser asertivo, quizás todavía evites conocer gente nueva o charlar con extraños por miedo a quedarte sin temas de conversación y no saber qué decir (¡cómo si la responsabilidad de una buena conversación solo fuera tuya y no compartida!).
Podría poner aquí un listado de temas para sacar durante una conversación, pero lo que para mí es interesante quizás para otra persona no lo sea.
¿Pero sabes lo que la ciencia ha demostrado que siempre es interesante?
Tu interlocutor.
Un estudio comprobó que cuando hablamos de nosotros mismos nuestro cerebro literalmente siente placer. Y si las personas sienten placer en tu presencia querrán tenerte cerca.
Así pues, no tengas miedo en interesarte por tu interlocutor y preguntar por él. Una forma muy sencilla para mantener una conversación centrada en la otra persona es no sólo preguntarle por lo que hace, sino por los motivos por qué lo hace.
Evita que se convierta en una especie de interrogatorio añadiendo información sobre ti de vez en cuando, pero en general es buena idea hablar menos y preguntar más.

3. Y la palabra favorita de todos

Una de las primeras cosas que observé cuando empecé a estudiar el comportamiento de la gente más hábil socialmente fue que habitualmente repetían el nombre de las personas con las que estaban hablando.
Tiempo después descubrí que lo que hacían de forma natural también tenía una explicación científica: está demostrado que cuando oímos nuestro nombre se activa una región del hemisferio izquierdo del cerebro asociada con el placer.
Sin embargo la mayoría de personas preguntamos el nombre de nuestro interlocutor al final de la conversación. A veces incluso ni lo preguntamos por pudor y nos despedimos sin esa información.
Por ese motivo es importante que te presentes y preguntes su nombre lo antes posible, para llamarle por él de vez durante la conversación. Así dejarás de ser un completo extraño (ya os conocéis por el nombre) y causarás una mejor impresión.

4. La palabra mágica para persuadir no es “por favor”

¿Te cuesta pedir favores por miedo a que te digan que no? No debería ser así, ya que la ciencia dice que negarse a un favor es más difícil de lo que nos parece.
Sin embargo, existe una forma de ser todavía más convincente cuando pides algo. Y no, no es añadiendo “por favor”.
Para ser más convincente en tu comunicación la palabra mágica que debes usar es, sencillamente, porqué.
En un famoso estudio del profesor Robert Cialdini se comprobó que cuando un estudiante pedía que le dejaran pasar en la cola de la fotocopiadora utilizando un motivo (un porqué) su porcentaje de éxito aumentaba de forma significativa.

En las ocasiones que se dirigió a la gente de la cola diciendo “Disculpad, tengo 5 hojas. ¿Puedo utilizar la impresora?” le dejaron pasar en el 60% de los casos, mientras que cuando dijo “Disculpad, tengo 5 hojas. ¿Puedo utilizar la impresora porque tengo prisa?” el porcentaje subió hasta el 94%.
Aunque en el primer caso fuera lógico pensar que tenía prisa y por eso pedía pasar antes, no lo estaba diciendo, y al no decirlo no lo hacía evidente.
No deja de asombrarme la cantidad de personas que se han acostumbrado a pedir las cosas sin explicar sus motivos. Es cierto que así consiguen reducir la cantidad de información que comunican, pero resulta tremendamente ineficiente.
Si añades una razón a tus peticiones, por evidente que sea, aumentarás tus probabilidades de éxito porque a la gente nos gusta saber que tenemos motivos para hacer lo que hacemos.

Estrategias para conectar con las personas

Ahora que ya sabes cómo empezar a sentirte más seguro y conversar mejor llega el momento de llevar tus habilidades sociales a otro nivel para forjar relaciones más sólidas.
Para ello debes ser capaz de lograr que los demás empaticen contigo y te comprendan mejor, así como desarrollar tu empatía y capacidad de escucha para que sientan que estás conectando con ellos.
¡Y no olvides que para fortalecer cualquier relación social es necesario mantener un contacto periódico!

1. El estilo de comunicación que genera máxima empatía

¿En ocasiones tienes la sensación de que a la gente le importa poco lo que le estás diciendo? ¿O que cuando quieres tener una conversación importante suelen ponerse a la defensiva o enfadarse?
Eso es porque no usas la comunicación emocional.
Estamos acostumbrados a hablar de forma objetiva, inflexible y tajante, sin que la comunicación nazca de lo que hemos observado y sentido.
“Esta película es muy aburrida” es un mensaje inmóvil. La película es así, y si para ti no lo es, estás desafiando mi mensaje.
En cambio, “Cuando fui a ver esta película tenía muchas expectativas, pero me aburrí bastante” es un mensaje que no causa conflicto, porque las experiencias y emociones que sentimos no se pueden discutir. Son nuestras. Lo que yo haya sentido no tiene por qué ser lo mismo que tú.

La comunicación emocional además ha demostrado científicamente dos beneficios.
  • El primero es que te abrirá a los demás y permitirá que te conozcan mejor. Y aunque creas que eso te hace vulnerable, en realidad estarás generando mayor agrado y cercanía.
  • El segundo es que ayudarás a que los demás empaticen contigo y se pongan en tu piel. El motivo es que las emociones se contagian, incluso con solo hablar de ellas.
Haz que la comunicación nazca de ti y empezarás a conectar emocionalmente con el mundo que te rodea.

2. La manera más eficaz de mejorar tu propia empatía

¿Sabes cómo se llama a las personas que carecen de empatía?
Psicópatas. Así que nunca está de más entrenar nuestra capacidad de conectar con los sentimientos de los demás.
Por muchas estrategias que hayas leído, solo existe una forma de ser más empático y comprender a las demás personas: esforzándote por entenderles mejor.
Vale, hay estudios que aseguran que leer novelas de ficción, tener un perro o meditar son útiles, pero la manera más rápida de lograrlo es simplemente intentando ponerte en su piel.
Para conseguirlo tan solo necesitas centrarte en dos cosas:
  • Estar presente en el momento. Olvídate de juzgar lo que te está diciendo, de dejar volar tu mente o de preparar tu respuesta. Centra toda tu atención en tu interlocutor (a mí me funciona fijarme en el color de sus ojos) y escucha. Si alguna vez te distraes, simplemente vuelve centrar tu atención en él.
  • Pregúntate por qué te está contando eso. ¿Qué necesita? ¿Qué emociones siente? ¿Cuáles son los pensamientos, miedos o ilusiones que le provocan esas emociones? Solo así podrás entender qué es lo que le lleva a actuar de esa manera.

3. No es suficiente con escuchar: también debes demostrarlo

Ahora ya sabes cómo mejorar tu empatía y generarla en los demás, así que imagino que no te estaré descubriendo nada si te si te digo que a la gente también le gusta que le escuchen.
Pero lo que realmente marca la diferencia no es si escuchas o no; es si la otra persona se siente escuchada o no.
La forma más sencilla de conseguirlo es sencillamente parafraseando o volviendo a repetir de vez en cuando las últimas palabras de lo que acaban de decir.
– Entonces fue cuando mi padre me llevó al cine por primera vez.
– ¿Al cine por primera vez?
– Sí, porque blablabla…
Quizás te parezca que te estás convirtiendo en un loro, pero de nuevo la ciencia ha demostrado la eficacia de este método. Y es que en un estudio se comprobó cómo los camareros que parafraseaban a su clientes obtenían propinas mucho mayores.

4. Un contacto vale más que mil palabras

Los primates pasan el 20% de su tiempo tocándose, una función que les permite comunicarse, seducirse o aparearse. Sin embargo, en nuestra sociedad prácticamente hemos eliminado el contacto entre personas que no sean nuestros seres queridos.
Pero el contacto sigue manteniendo sus antiguas funciones y ventajas, y puede ser uno de tus mejores aliados para generar vínculos más sólidos.
Se ha demostrado que con solo un ligero contacto en el brazo u hombro de tu interlocutor ya estarás transmitiendo mayor confianza, hasta el punto que una investigación observó que la probabilidad de que un desconocido te preste ayuda crece del 63% al 90% con este simple gesto.

Abrazarte con tus amistades en lugar de simplemente saludarles dándoles la mano es un buen comienzo, pero lo ideal es que empieces a establecer contacto físico lo antes posible en una relación. Así tu interlocutor lo percibirá como algo natural y espontáneo en ti.
Y no es necesario que te sientas incómodo: un simple toque sutil en el brazo o hombre ya es suficiente para generar mayor conexión.

5. Mantén el contacto cada 15 días como mínimo

Ahora ya conoces varias herramientas útiles para crear vínculos más estrechos con las personas. ¿Pero cómo puedes hacer se conviertan en relaciones a largo plazo?
De nuevo la ciencia acude al rescate. Parece ser que por lo menos debes intentar mantener contacto (ya sea por teléfono, Whatsapp o en persona) cada 15 días.
Según un estudio de la universidad de Notre Dame, ese es el tiempo máximo que debe pasar entre interacciones para poder forjar una auténtica relación de amistad. Así pues, no descuides hacer un seguimiento de los contactos que más te interesen por lo menos cada dos semanas. La cantidad también importa.

Resumen: desarrolla tus competencias sociales

Hasta aquí esta guía completa para que empieces a romper malos hábitos y mejorar tus habilidades sociales desde hoy mismo. Recuerda las principales claves:
  • No evites tus pensamientos negativos
  • Reconoce en voz alta tus emociones para reducir su efecto
  • Mantén una postura de poder para aumentar tu confianza
  • No esperes a sentirte confiado antes de actuar
  • Incrementa tu asertividad incluyendo tus necesidades
  • Centra la conversación en tu interlocutor
  • Conoce su nombre lo antes posible y nómbralo de vez en cuando
  • Ofrece siempre un porqué cuando quieras persuadir
  • Utiliza la comunicación emocional para generar empatía
  • Pregúntate los motivos de los demás para aumentar tu empatía
  • Parafrasea lo que te dicen para demostrar que escuchas
  • Añade un poco de contacto físico a tus conversaciones
  • Mantén el contacto cada 15 días para fortalecer una relación
Todas estas estrategias han demostrado científicamente su eficacia para mejorar las habilidades sociales, así que con práctica empezarás a notar los resultados antes de lo que imaginas

Fuente:  http://habilidadsocial.com/como-vencer-la-timidez/