Por: Licda. Mirta Domato
Cuando hablamos de adicto estamos hablando de una persona enferma; ¿enferma de qué?
En realidad la respuesta adecuada no es sólo de profesionales, sino de la sociedad en conjunto.Cuando hablamos de adicciones estamos hablando de una enfermedad donde lo social cobra importancia.
En general tendemos a hablar o centrarnos en la llamadas adicciones serias o duras y descuidamos otras, ya sea porque son socialmente aceptables o porque no encajan en nuestro modelo conceptual de lo que es una adicción.
Desde el momento en que consideramos al hombre como individuo y ser social, forma parte del campo organismo-ambiente, y pierde sentido culpar de alienación a uno u otro; ambos están enfermos.
En el contexto social en el que vivimos, la adicción sexual, tanto como la adicción al trabajo o a la riqueza son bien toleradas y fomentadas por nuestra cultura.
Estamos inmersos en una sociedad que genera adictos y adicciones.
El hombre nace para vivir en un equilibrio tanto social, como psicológico y fisiológico, y sus dificultades no surgen de su deseo de rechazar tal equilibrio, sino de movimientos mal dirigidos para hallarlo y mantenerlo.
El hombre necesario para el sistema consumista es un ser negador de su historia, fragmentador de la realidad, anulador de la experiencia personal, basado en un pensamiento mágico-omnipotente. Pasivo y sometido.
Todas estas características son comunes en los adictos; transformándose así la creatividad, en dependencia y destructividad.
La televisión y los multimedios son instrumentos privilegiados para difundir la filosofía necesaria. Por ejemplo, los chicos en la adolescencia se alcoholizan, pierden gran parte de la capacidad de aprendizaje, sufren de apatía y desconcentración. Las campañas publicitarias de bebidas alcohólicas son excelentes, están dirigidas a los jóvenes, en encuentro con amigos.
En Argentina, en 1997, se aprobó la ley de alcoholismo, pero aún no fue promulgada.
Entre las dependencias y/o adicciones se encuentran:
Nuestra cultura prospera sobre la base de una tecnología que elimina la espera. Somos consumidores y muchas veces adictos: al horno microondas, al fax, a los teléfonos celulares, a los alimentos instantáneos, a Internet, a las comidas rápidas…
Es difícil que nuestra cultura acepte los cambios, opta por el pensamiento adictivo (los tiempos del adicto: “todo ya”). Por ejemplo, en la bulimia-anorexia, sabemos que las pautas culturales han determinado que la delgadez sea un sinónimo de éxito social. Muchos de nuestros jóvenes luchan por lograr el “físico ideal” motivados por modelos, artistas o publicidad comercial, además de estar incentivados, a veces, por su propia familia. Muchos de ellos creen realmente que el mundo y las posibilidades de los flacos, se deprimen, se auto-critican y se sienten perdedores y desvalorizados si no lo son. Bulimia y anorexia nerviosa, son dos patologías alimentarias que se han convertido en un flagelo para las adolescentes.
La adicción o dependencia podría definirla como: “un anhelo vehemente de una experiencia u objeto que nos haga sentir bien”.
El adicto no puede reconocer lo que realmente necesita. Se rompe o interrumpe el ciclo de la necesidad organísmica. Cree que necesita algo externo para satisfacerse (Dependencia Apego), produciéndose deterioro integral: físico, psíquico, emocional y espiritual.
La persona está inmersa en el llamado “triángulo de la obsesión”:
La adicción le sirve como escape y evitación de todo esto que aún no puede hacer conciente. Al principio, la compulsión a las sustancias, objetos, personas, trabajo, etc., sirve y da satisfacción. En toda persona adicta encontramos tres aspectos de ella en pelea continua.
En un primer momento de esta pelea se establece una alianza entre el aspecto omnipotente y controlador, logrando tener manejo de la compulsión.
A partir de este momento, se abren dos caminos:
- Quedarse en el deterioro y seguir hacia la destrucción total.
- Hacer consciente que solo no puede. Es aquí, donde comienza el camino de la abstinencia que puede llevarlo a la recuperación.
El camino de recuperación es un camino de integración que va desde el resentimiento, miedo e ira a la aceptación, amor, fe y confianza. Es un camino largo y penoso, donde hay más fracasos que éxitos.
Simultáneamente, su aspecto controlador, que hasta ese momento se encontraba en alianza con el aspecto omnipotente (alianza eficaz para regular la caída), ya deja de tener sentido puesto que perdió el control, tocó fondo, se desequilibró el sistema y comienza a dar lugar al aspecto curador.
Su aspecto adictivo se mantiene como tal, puesto que, la adicción es una enfermedad crónica que sólo puede recuperarse.
Cuando toma conciencia del “solo no puedo” y pide ayuda, comienza lo que llamo, el largo y penoso camino hacia la recuperación. El primer paso es la abstinencia. Paso básico e importante, facilitador de la continuidad hacia la recuperación, no implicando la recuperación, la que sólo se da a través del cambio de actitudes.
La aceptación de la enfermedad es la base para el difícil proceso de cambio.
El cambio de actitudes se tornó dificultoso por las características de la personalidad adictiva:
- Se miente a sí mismo (satisfacción a través de la evasión).
- Vive en confusión (Interrumpiendo el contacto).
- Su estrategia de supervivencia es apego (desconexión y todo cuestionamiento a esto es vivido como intrusión).
- Muestra una fachada de cómo si (“careta”).
- Toda discriminación la siente como una amenaza.
- Se muestra omnipotente (en realidad subyace una baja estima y un gran dolor que aun no puede aceptar y lo anestesia con la sustancia).
- Tiempos sin espera, todo ya, no hay posibilidad de proceso.
- Es catártico, sólo necesita desembarazarse de lo que le molesta.
- Su discurso tiene relación con las sensaciones que despierta la química que consume, (frecuencias y ritmos de vértigo o letargo).
- Su pensamiento es distorsionado en intensidad y regularidad.
- Está internamente exigido y externamente sin límites; por lo tanto, carece de soportes internos y externos.
- Al sentirse exigido, su estima es muy baja (entre el Yo Real y el Yo Ideal hay un tramo muy grande y se apoya en este déficit).
La participación en un programa de los 12 pasos, es imprescindible para la recuperación, además de ser una red de sostén importante.
El grupo (en el programa de los 12 pasos) opera en un primer momento como Aspecto Curador. Es la aceptación del poder superior como una entrega a una elección diferente. El adicto comienza a elegir cuando decide pasar por la abstinencia que es el primer periodo crítico.
Muchas personas creen que si dejan de consumir, ya esta. Y acá reitero, que es importante la abstinencia como primer pasó. Sólo por hoy, todos los días. Vivir en un constante sólo por hoy. Es necesario que esto opere diariamente como figura y como fondo ir revisando sus formas de manejarse con el medio para lograr el cambio de actitudes y lograr un ajuste creativo con el medio.
¿Cómo lograrlo?
A través de:- Grupo Anónimo de los 12 pasos.
- Trabajo terapéutico dialogal.
- Organización del ciclo interrumpido de necesidades.
- Reconocimiento de soportes externos e internos.
- Reconocimiento de herramientas / recursos con que cuenta.
- Revisión del cómo dónde para qué de cada conducta.
- Trabajo de discriminación Realidad Fantasía.
Para poder dar vida a un pensamiento hacia la libertad, la liberación y la independencia.
Recuperando nuestra historia y nuestra identidad.
Dando significado al futuro.
Retomando la práctica y la esperanza.
Formándose con pensamiento critico, constructivo y creativo.
Recreando la unidad sentimiento-pensamiento y acción.
Cuando deja la dependencia, deja de mirar solo hacia afuera, y puede comenzar a mirar hacia adentro, en continuum de conciencia, donde hay una oscuridad a veces aterradora.
Es justamente en el vientre de la oscuridad que el amanecer crece y cuando la oscuridad se torna más oscura, la mañana se encuentra más cercana.
Referencia: Donato, Mirta. Recuperado en: http://psicoactualidad.com/principal/articulos-y-publicaciones-de-psicologia/109-adicciones-del-apego-al-desapego.html